T R A D U C C I O N
(de cortesia)
Abril de 2002
A LAS AUTORIDADES RELIGIOSAS DEL MUNDO
El legado perdurable del siglo XX ha consistido en que forzo a los
pueblos del mundo a verse como miembros de una sola raza humana, y al mundo
como la patria comun de esa misma raza. Pese a la violencia y conflictos que
aun ensombrecen el horizonte, aquellos prejuicios, que parecian consustanciales
a la naturaleza de la especie humana, hacen quiebra por todas partes. Con su
precipitacion van cayendo las barreras que por largo tiempo dividieron a la
familia del hombre convirtiendola en una Babel de identidades incoherentes de
origen cultural, etnico o nacional. El que un cambio tan fundamental haya
ocurrido en tan breve periodo--casi de la noche a la manana en la perspectiva
del tiempo historico--sugiere la magnitud de las posibilidades futuras.
Resulta tragico que la religion organizada, cuya razon misma de ser
implica el servicio a la causa de la hermandad y de la paz, se comporte con
harta frecuencia como uno de los obstaculos mas formidables interpuestos en su
camino; como tragico es, por citar un hecho particularmente penoso, el que a
menudo haya prestado credibilidad al fanatismo. En nuestra calidad de consejo
de gobierno de una de las religiones mundiales sentimos la responsabilidad de
instar a que ponderen con la debida gravedad el desafio que todo ello plantea a
las autoridades religiosas. Tanto el tema como las circunstancias que suscita
requieren que hablemos con franqueza. Confiamos en que el hecho de servir
todos a la Divinidad garantice que lo que digamos sea recibido con el mismo
espiritu de buena voluntad con que se ofrece.
El tema adquiere un perfil mas acentuado al compararlo con lo ya
conseguido en otros ambitos. En el pasado, con algunas excepciones aisladas, a
la mujer se le ha tenido por una raza inferior sobre cuya naturaleza real solo
corrian supersticiones, se le ha negado la oportunidad de expresar las
potencialidades del espiritu humano y se le ha relegado al papel de servir a
las necesidades del varon. Bien es verdad que son numerosas las sociedades
donde tales condiciones persisten y donde se porfia fanaticamente en
sostenerlas. Sin embargo, en el plano del discurso global, el concepto de
igualdad de genero ha adquirido a todos los efectos practicos la fuerza de un
principio universalmente aceptado y, como tal, disfruta de una similar
autoridad en la mayor parte de la comunidad academica y de los medios de
informacion. Tan fundamental ha sido la revision que los exponentes de la
supremacia masculina se ven obligados a buscar sus apoyos fuera de los limites
de la opinion responsable.
Los atribulados batallones del nacionalismo se enfrentan a un destino
similar. Con cada crisis que sacude a los asuntos mundiales, se hace mas facil
para la ciudadania distinguir entre el amor al propio pais--enriquecedor de la
persona--, y la claudicacion ante la retorica incendiaria cuyo fin es suscitar
odios y miedos hacia el projimo. Incluso cuando resulta indicado participar en
los ya familiares ritos nacionalistas, la respuesta del publico oscila entre
dos sentimientos enfrentados: unas veces de incomodidad y otras de
reafirmacion y predisposicion al entusiasmo tan tipicas de los viejos tiempos.
El efecto se ha visto reforzado por la reestructuracion continua del orden
internacional. Sean cuales sean las deficiencias del sistema de las Naciones
Unidas en su actual forma, y por mucho que su capacidad tropiece con
dificultades para emprender actuaciones militares colectivas contra la
agresion, nadie puede dudar el hecho de que el fetiche de la soberania nacional
absoluta se encuentra en vias de extincion.
Los prejuicios raciales y etnicos se han visto sometidos igualmente a un
tratamiento sumario en virtud de procesos historicos que poco o nada quieren
saber de estas pretensiones. En este terreno, el rechazo del pasado ha sido
especialmente decisivo. El racismo carga hoy dia con el lastre anadido de sus
vinculos con los horrores del siglo XX al punto de que ha empezado a verse en
terminos de lacra espiritual. Si bien, en tanto actitud social, sobrevive en
numerosas partes del mundo--y como plaga en la vida de un sector importante de
la humanidad--, el prejuicio racial ha llegado a ser objeto de una condena tan
universal en principio que ningun grupo se permite identificarse con el
impunemente.
No es que se le haya dado la espalda a un turbio pasado y que un mundo
risueno ocupe subitamente su lugar. Grandes sectores de la poblacion continuan
soportando los efectos de arraigados prejuicios de etnia, genero, nacion, casta
y clase. Todas las evidencias senalan que semejantes injusticias perduraran
durante el largo periodo de lenta progresion en el que las instituciones y
criterios que la humanidad esta gestando han de ir cobrando el cuerpo y la
fuerza necesarios para construir un nuevo orden de relaciones y aportar alivio
a los oprimidos. La cuestion es que hemos cruzado un umbral al que ya no cabe
ninguna posibilidad creible de retorno. Se ha identificado, articulado y
difundido ampliamente toda una serie de principios fundamentales que de modo
progresivo estan cobrando cuerpo en instituciones capaces de imponerlos en la
conducta ciudadana. No hay duda de que el efecto, por muy prolongado y
doloroso que sea el esfuerzo, sera el de revolucionar las relaciones entre
todos los pueblos en las bases mismas de la sociedad.
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Al abrirse el siglo XX, era el prejuicio religioso el que se perfilaba
con mas probabilidades de sucumbir ante el empuje de los cambios. En el
Occidente, los avances cientificos habian asestado un rudo golpe a algunos de
los pilares centrales del exclusivismo sectario. En el contexto de la
transformacion de la imagen que la raza humana tenia de si misma, el movimiento
interreligioso constituia quiza el avance religioso mas prometedor. En 1893,
la Exposicion Mundial Colombina sorprendio incluso a sus ambiciosos
organizadores al alumbrar el afamado <<Parlamento de las
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Religiones>>, exponente de un consenso espiritual y moral tal que subyugo la
imaginacion popular de todos los continentes y aun llego a eclipsar las
maravillas cientificas, tecnologicas y comerciales que celebraba la Exposicion.
En fin, parecia como si se hubiesen desmoronado antiguas murallas. Para
los pensadores influyentes en el campo de la religion, aquella reunion destaco
como un hecho <<sin precedentes en la historia del mundo>>. El Parlamento,
segun afirmo su principal y distinguido organizador, <<habia emancipado al
mundo del fanatismo>>. Un liderazgo imaginativo--tal era la confiada
prediccion--aprovecharia la ocasion para despertar en las comunidades
religiosas de la tierra, por tanto tiempo divididas, un espiritu de hermandad
que sentaria las bases morales requeridas para el nuevo mundo de prosperidad y
progreso. Con estos animos, empezaron a arraigar y florecer los movimientos
interreligiosos de toda suerte. Una gran bibliografia, disponible en numerosos
idiomas, presento ante un publico cada vez mas amplio, compuesto tanto por
creyentes como no creyentes, las ensenanzas de todas las religiones
principales, iniciativa a la que a su debido tiempo se incorporaron la radio,
la television, el cine y finalmente el Internet. Las instituciones de estudios
superiores organizaron programas de licenciatura sobre religiones comparadas.
Al concluir el siglo, los oficios ecumenicos, impensables tan solo unas pocas
decadas atras, se convertian en fenomenos comunes.
Por desgracia, es claro que a estas iniciativas les falta coherencia
intelectual y compromiso espiritual. La idea de que todas las grandes
religiones del mundo son igualmente validas en su naturaleza y origen se ve
frenada por pautas inveteradas de pensamiento sectario, en contraste con los
procesos de unificacion que estan transformando el resto de las relaciones
sociales de la humanidad. El progreso de la integracion racial es un fenomeno
que no se reduce a una mera expresion de sentimentalismo o de calculo
estrategico, sino que brota del reconocimiento de que los pueblos de la tierra
constituyen una sola especie cuyas diversas variaciones no confieren por si
mismas ventaja alguna, ni imponen ninguna traba, a los miembros particulares de
esa raza. De modo analogo, la emancipacion de la mujer ha conseguido que tanto
las instituciones sociales como la opinion publica reconozcan que no hay base
valida--biologica, social o moral--que justifique el que a la mujer se le
deniegue la igualdad plena con el hombre, y a las ninas identicas oportunidades
educativas a las disfrutadas por los ninos. De igual forma, reconocer las
aportaciones que algunas naciones realizan a la construccion imparable de una
civilizacion global no avala la ilusion heredada de que otras naciones poco o
nada tengan que aportar al esfuerzo.
En contraste, las autoridades religiosas parecen, en su mayor parte,
incapaces de acometer tan fundamental reorientacion. Otros elementos de la
sociedad han hecho suyas las implicaciones de la unidad de la humanidad, no
solo como el proximo e inevitable paso en el avance de la civilizacion, sino
como cumplimiento de las identidades menores de toda suerte que nuestra raza
aporta en esta coyuntura critica de nuestra historia colectiva. No obstante,
la mayor parte de la religion establecida se encuentra paralizada ante el
umbral del futuro, oprimida por los mismos dogmas y pretensiones de acceso
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privilegiado a la verdad responsables de haber creado algunos de los conflictos
mas amargos que dividen a los habitantes de la tierra.
Las consecuencias, por lo que atane al bienestar de la humanidad, han
sido ruinosas. Huelga citar en detalle los horrores que asedian hoy dia a
poblaciones indefensas como consecuencia de unos brotes de fanatismo que
mancillan el nombre de la religion. Tampoco se trata de un fenomeno reciente.
Por mencionar solo uno de los numerosos ejemplos, las guerras europeas de
religion del siglo XVI segaron la vida aproximadamente de un treinta por ciento
de su poblacion. Aturde pensar siquiera en cuales deben de haber sido los
frutos producidos por las semillas que implantaron en la conciencia popular las
tenebrosas fuerzas del dogmatismo sectario que inspiro tales conflictos.
A este balance de la historia hay que agregar la traicion de la vida
intelectual que, mas que ningun otro factor, le ha hurtado a la religion la
capacidad que posee inherentemente de desempenar un papel decisivo en la
configuracion de los asuntos mundiales. Abstraidas por prioridades que
dispersan y vician las energias humanas, muy a menudo las instituciones
religiosas han sido los principales responsables de desanimar la exploracion de
la realidad y el ejercicio de las facultades intelectuales que distinguen al
genero humano. Las denuncias del materialismo o del terrorismo no son de ayuda
real para afrontar la crisis moral contemporanea a menos que comiencen por
indagar con franqueza la falta de responsabilidad que ha dejado a las masas
creyentes expuestas y vulnerables a estas influencias.
Estas reflexiones, por mas que dolorosas, no son tanto una acusacion
contra la religion organizada como un recordatorio del poder singular que
representa. La religion, como todos somos conscientes, conecta con las raices
de la motivacion de la persona. Cuando la religion ha sido fiel al espiritu y
al ejemplo de las Figuras trascendentales que dieron al mundo los grandes
sistemas de creencias, ha despertado en pueblos enteros las capacidades de
amar, de perdonar y de crear al tiempo que los ha impulsado a mostrar arrojo, a
superar los prejuicios, a sacrificarse por el bien comun y a disciplinar los
impulsos del instinto animal. Es incuestionable que la fuerza seminal en la
civilizacion del ser humano la ha aportado la sucesion de estas Manifestaciones
de lo Divino y que esta fuerza se remonta al alba de la historia.
Esta misma fuerza, que con tal efecto operaba en las epocas del pasado,
sigue siendo un rasgo inextinguible de la conciencia humana. Contra todo
pronostico, y con escasos incentivos reales, sigue dando sosten a la lucha por
la supervivencia de millones y millones de personas, y haciendo que en todos
los paises surjan heroes y santos cuyas vidas son la vindicacion mas persuasiva
de los principios contenidos en las escrituras de sus respectivos credos. Tal
como demuestra el curso de la civilizacion, la religion es capaz tambien de
influir profundamente en la estructura de las relaciones sociales. En efecto,
seria dificil pensar en ningun avance fundamental de la civilizacion que no
haya derivado su empuje moral de esta fuente perenne. Por tanto, ?es acaso
concebible que el paso a la etapa culminante del largo proceso milenario en la
organizacion del planeta
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pueda efectuarse en medio de un vacio espiritual? Si algo demostraron
concluyentemente las perversas ideologias desatadas en nuestro mundo durante el
siglo que acaba de terminar, es que esa necesidad no puede satisfacerse
mediante alternativas fruto de la invencion humana.
*
Las implicaciones de todo ello para nuestro presente quedan resumidas por
Baha'u'llah en palabras escritas hace mas de un siglo y ampliamente diseminadas
en los decenios ulteriores:
Es indudable que los pueblos del mundo, de cualesquiera raza o
religion, derivan su inspiracion de una sola Fuente celestial y
son los subditos de un solo Dios. La diferencia entre las
ordenanzas bajo las que viven debe ser atribuida a los requisitos
y exigencias variables de la epoca en que fueron reveladas. Todas
ellas, excepto algunas que son producto de la perversidad humana,
fueron ordenadas por Dios y son el reflejo de Su Voluntad y
Proposito. Levantaos y, armados con el poder de la fe, despedazad
los dioses de vuestras vanas imaginaciones, los sembradores de
disension entre vosotros. Aferraos a aquello que os acerque y os
una.
Tal llamamiento no exige el abandono de la fe por lo que respecta a las
verdades fundamentales de ninguno de los grandes sistemas de creencias
mundiales. Muy al contrario. La fe posee su propio imperativo y es su propia
justificacion. Lo que otros crean--o no crean--no puede arrogarse autoridad
sobre ninguna conciencia que valga. Aquello a lo que las palabras arriba
mencionadas urgen inequivocamente es a la renuncia de todos los titulos de
exclusividad o de caracter final, los cuales, precisamente por estar anclados
en la vida del espiritu, se han erigido en los maximos inductores de odios y
violencias y en los sofocadores de esos impulsos que claman por la unidad.
Es a este desafio historico al que han de responder, segun creemos, las
autoridades religiosas si es que la propia autoridad religiosa ha de desempenar
un papel significativo en la sociedad global que surge de las experiencias
transformadoras del siglo XX. Es obvio que un numero creciente de personas
empieza a comprender que la verdad que subyace a todas las religiones es en
esencia una sola. Este reconocimiento surge no mediante la resolucion de
disputas teologicas, sino como una conciencia intuitiva que brota del trato
cada vez mas intenso con los demas y de atisbos de la aceptacion de la unicidad
de la propia familia humana. En medio de la voragine de doctrinas religiosas,
ritos y codigos religiosos, herencia de mundos periclitados, crece ese concepto
de que la vida espiritual, al igual que la unidad manifiesta en la diversidad
de razas, nacionalidades y culturas, constituye una sola realidad sin limites e
igualmente accesible a todos. A fin de que esta percepcion, difusa y aun
provisional, pueda afianzarse y contribuir de modo eficaz a crear un mundo
pacifico, debe obtener el completo asentimiento de todos aquellos a quienes,
incluso en esta hora ya tardia, se remiten las masas de esta tierra en su
busqueda de orientacion.
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Ciertamente son amplias las diferencias que separan a las principales
tradiciones religiosas del mundo en cuanto a disposiciones sociales y formas de
culto. Dados los miles de anos transcurridos, durante los cuales las
revelaciones sucesivas de la Divinidad han respondido a las necesidades
cambiantes de una civilizacion en continua evolucion, dificilmente podria haber
sido otro el resultado. En efecto, un rasgo inherente de las escrituras de la
mayoria de los credos principales vendria a ser la expresion, de una u otra
forma, del caracter evolutivo de la religion. Lo que no puede justificarse
moralmente es la manipulacion de patrimonios culturales, patrimonios que aunque
estaban destinados a enriquecer la experiencia religiosa, se convierten asi en
fuente de prejuicios y alienacion. La tarea primordial del alma humana sera
siempre la de investigar la realidad, vivir de acuerdo con las verdades de las
que llegue a estar convencida y respetar al maximo los esfuerzos ajenos por
hacer otro tanto.
Quiza se objete que, si todas las grandes religiones han de reconocerse
como surgidas de una misma fuente Divina, el efecto seria el de animar, o al
menos facilitar, la conversion de las gentes desde una religion a otra. Que
sea o no asi tiene importancia puramente tangencial si se compara con la
oportunidad que la historia abre por fin a las personas, conscientes de un
mundo que trasciende a este mundo terrestre, y si se contrasta con la
responsabilidad que esta conciencia impone. Cada uno de los grandes credos
puede aducir testimonios creibles e impresionantes de su eficacia como
reforzadores del caracter moral. De modo similar, nadie podria argumentar de
modo convincente que las doctrinas vinculadas a un sistema particular de
creencias hayan sido mas o menos prolificas en generar fanatismo y supersticion
que las vinculadas a cualquier otra. En un mundo en vias de integracion, es
natural que las pautas de respuesta y relacion se sometan a un proceso continuo
de cambios y que el papel de las instituciones, sea cual sea su indole, es a
buen seguro el considerar como estos acontecimientos pueden conducirse de un
modo que promueva la unidad. La garantia de que el resultado sera en ultima
instancia sano--espiritual, moral y socialmente--reside en la inquebrantable fe
de esas masas habitantes de la tierra, a las que nadie consulta, una fe segun
la cual el universo no se gobierna por el capricho humano, sino mediante una
Providencia amorosa e indefectible.
Al mismo tiempo que va produciendose el derrumbe de las barreras que
separan a los pueblos, nuestra epoca atestigua la quiebra del muro otrora
insuperable que la tradicion daba por sentado que separaria para siempre la
vida del Cielo y la vida de la Tierra. Las escrituras de todas las religiones
le han ensenado siempre al creyente a considerar el servicio al projimo no solo
como un deber moral, sino como una via para el acercamiento de su alma hacia
Dios. Hoy dia, la reestructuracion progresiva de la sociedad aporta a esta
ensenanza ya conocida un significado con nuevas dimensiones. Conforme la
antigua promesa de un mundo animado por principios de justicia cobra lentamente
visos de meta realista, satisfacer las necesidades del alma y las de la
sociedad se vera cada vez mas como facetas reciprocas propias de una vida
espiritual madura.
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Para que las autoridades religiosas esten a la altura del reto que esta
ultima nocion representa, la respuesta debe comenzar por admitir que la
religion y la ciencia son dos sistemas indispensables de conocimiento mediante
los cuales se desarrollan las capacidades de la conciencia. Lejos de estar en
conflicto mutuo, estas modalidades fundamentales con que la mente explora la
realidad son interdependientes y se han demostrado mas fertiles en aquellos
contados pero felices periodos de la historia en que su naturaleza
complementaria fue reconocida y pudieron colaborar. Para garantizar una
aplicacion idonea, las percepciones y destrezas generadas por los avances
cientificos deberan siempre remitirse a las orientaciones surgidas del
compromiso espiritual y moral; las convicciones religiosas, no importa cuan
veneradas sean, deben someterse, de buen grado y con agradecimiento, a las
pruebas imparciales de los metodos cientificos.
Llegamos por ultimo a un tema que abordamos no sin cierta inquietud
puesto que toca mas directamente a la conciencia. Entre las numerosas
tentaciones que ofrece el mundo, no es de sorprender que figure una que ha
preocupado de forma singular a los dirigentes religiosos: el ejercicio del
poder en asuntos de creencia. Nadie que haya dedicado tiempo a meditar y
estudiar seriamente las escrituras de una u otra de las grandes religiones
necesita recordatorios del axioma consabido de que el poder corrompe, tanto mas
cuanto mayor sea. Las incomparables victorias internas que en este sentido han
ganado innumerables clerigos a lo largo de todas las epocas constituyen,
innegablemente, una de las fuentes principales que alientan el vigor creativo
de la religion organizada, y que ha de anotarse como una de sus maximas
distinciones. En el mismo grado, el hecho de que otros dirigentes religiosos
se sometiesen al senuelo del poder y provecho mundanos se ha demostrado un
fertil caldo de cultivo del cinismo, la corrupcion y la desesperacion de
cuantos lo observan. Reconocido esto, sobra explicar que grado de
responsabilidad social tienen las autoridades religiosas en este momento de la
historia.
*
Puesto que su preocupacion atane al ennoblecimiento del caracter y la
armonizacion de las relaciones, la religion ha ejercido a lo largo de la
historia la funcion de servir como autoridad ultima en dotar de sentido a la
vida. En toda epoca, ha cultivado el bien, ha reprobado el mal, proyectando,
ante la mirada de quienquiera que deseara verlo, un horizonte de
potencialidades todavia sin cumplir. Del fondo de sus consejos, el alma
racional ha extraido los brios necesarios para realizarse y para superar los
limites que le imponia el mundo. Tal como su nombre implica, la religion ha
sido simultaneamente la principal fuerza unificadora de diversos pueblos a los
que integraba en sociedades cada vez mas amplias y complejas, y en las que las
capacidades personales podian llegar a florecer y expresarse. La gran ventaja
de la epoca actual radica en la perspectiva que permite que todo el genero
humano vea este proceso civilizador como un fenomeno unico e integral: los
encuentros recurrentes de nuestro mundo con el mundo de Dios.
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Inspirada por esta perspectiva, la comunidad baha'i ha sido una promotora
vigorosa de las actividades interreligiosas desde sus comienzos. Aparte de los
entranables vinculos que estas actividades crean, los baha'is ven en el
esfuerzo de acercamiento entre las diversas religiones una respuesta a la
Voluntad Divina para con un genero humano que entra ahora en su madurez
colectiva. Los miembros de nuestra comunidad continuaran ofreciendo su
colaboracion por todas las vias a su alcance. Sin embargo, es deber para con
nuestros colaboradores en este esfuerzo comun afirmar claramente la conviccion
que abrigamos de que el discurso interreligioso, si queremos que contribuya
significativamente a sanar las heridas que afligen a una humanidad desesperada,
debe con sinceridad y sin mas evasivas abordar las implicaciones de la verdad
fundamentalisima que suscito todo este movimiento interreligioso: que Dios es
uno solo y que, mas alla de la diversidad de la expresion cultural y de la
interpretacion humana, la religion es asimismo una sola.
No pasa un solo dia sin que aumente el peligro de que las hogueras del
prejuicio religioso prendan una conflagracion mundial de consecuencias
inimaginables. Las autoridades civiles no pueden, por si solas, conjurar
semejante riesgo. Tampoco deberiamos enganarnos creyendo que los llamamientos
a la tolerancia mutua puedan extinguir por si solos animosidades que se arrogan
el refrendo Divino. La crisis exige de los dirigentes religiosos una ruptura
con el pasado tan resuelta como las que permitieron que la sociedad se zafase
de los prejuicios igualmente corrosivos de raza, genero y nacion. Toda
justificacion para ejercer influencia en asuntos de conciencia yace en el
servicio al bien de la humanidad. En este momento, el mas decisivo en la
historia de la civilizacion, las exigencias de tal servicio no pueden ser mas
claras. <<El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad, seran
inalcanzables--asi reza el encarecimiento de Baha'u'llah--hasta que su unidad
este firmemente establecida>>.
LA CASA UNIVERSAL DE JUSTICIA
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